Dejando
atrás los humos negros que salen de las bocas de los vehículos que transitan
con prisa por las grandes vías…huyendo de la aglomeración calva de arboles y
verde.
Salgo
corriendo del centro de la capital hacia horizontes llenos de oxigeno para llenar
mis pulmones y los de los míos.
Con ganas de jugar en parques sin necesidad de ponerle una mascarilla a mi hijo.
Quiero
regalarle mi decisión, la decisión de
verle crecer en un ambiente sano, exento de la contaminación que aumenta cada
día en la capital.
Rodeado de
árboles frutales, manzanos, perales o membrillos, rodeado de almendros y
rosales…así se levantará mi niño cada mañana…Atrás quedará el sonido de los
coches…