lunes, 13 de abril de 2009

UN DÍA DE TANTOS


De vuelta a la realidad, después de unos días de vacaciones, donde el tiempo no me a acompañado mucho.
Repleta de energía, y muy descansada.
No me acordaba de cómo era mi cara sin ojeras.
Ya podéis abrir los ojos, ya estoy aquí.
La verdad es que solo un día de estos cuatro he podido pisar la playa, para perderme en esas inmensas olas. El mar estaba picado, después de la tormenta que cayó el sábado.
El sol surgió con un poco pereza, escondiéndose de vez en cuando entre las nubes blancas y esponjosas.
Me senté cerca de una duna, saqué mi cuaderno y mi bolígrafo y empecé a escribir, mientras la brisa del mar chocaba en mi cara.
No me quité el jersey, pues el viento era frío.
No podía entender, como la gente tomaba el sol, sin ponérsele la piel de gallina.
Niños se metían en el mar, jugando con sus tablas, sin apreciar que la mar estaba como cubitos de hielo.
De repente un grupo de personas paseando, cinco exactamente. Miré fijamente, porque dos de ellos iban con sudadera y el resto, sin nada de ropa. No sé que me extrañó mas, si ver a le gente en sudadera o ver a aquellos tres chicos sin nada de ropa…me di cuenta que me había metido en la playa nudista.
No pasaba nada, yo había ido a relajarme un poco, bien lejos de las ideas de tomar el sol o hacer de mirona.
Así ya sé donde estála playa nudista.
Empecé a mirar el mar, las olas iban y venían dejando la estela de su movimiento en la arena y en forma de espuma. Eche varias fotos, era como estar en una pintura. Una marina de esas que tiene mi madre en casa.
Cerré los ojos y me quedé tan solo con el sonido.
Apenas se oían las risas de los niños, solo la sinfonía de las olas.
Por un momento olvidé donde estaba. Solo fueron unos minutos, que me supieron a gloria.
Cuando los abrí, supe que me había llenado de la energía que necesitaba. Mi misión estaba cumplida.
Leí unas cuantas hojas del libro que mi hermana me había regalado por mi cumpleaños, medité sobre eso, recogí mis cosas y me dispuse a reunirme con unos familiares que tenían ya la fidegua sobre la mesa.
Pasé una tarde agradable de Pascua, entre risas y conversaciones amenas.

Ahora a seguir por donde lo dejé, pero con la energía renovada, una sonrisa en mí cara y muchas ganas de escribir.

2 comentarios:

Caris dijo...

Te echabamos de menos...qué bien que regreses con las energías renovadas. Lo que te pasó en la playa fue una auténtica meditación..."cuando la mente sabe,lo llamamos conocimiento.cuando el corazón sabe,lo llamamos amor.cuando el ser sabe,lo llamamos meditación"

Anónimo dijo...

pues encantado de verte....y de leerte...
jaime