EMOCIONES SIN CONTROLAR

Quiero despertar con unas enormes alas blancas, emprender el vuelo sin miedo a caer, divisar la multitud de gente que anda por las calles con rumbo fijo o sin él. Aterrizar, ponerme mis zapatillas de deporte y empezar a correr, correr, correr, hasta caer desorientada en el húmedo césped del parque, cerrar los ojos, ponerme a soñar con el familiar que tanto echo de menos.
Levantarme de nuevo, e ir caminando por las calles, observando a las personas, imaginándome como serán sus vidas, si serán felices o no, que irán a hacer, quien les estará esperando…
Y recorrer la calle larga y la corta, gritar, de repente abrir mis brazos y gritar con todas mis fuerzas hasta que no quede nada de aire en mis pulmones, abrazar ese árbol milenario para que me dé más energía, quedarme unos minutos abrazada a él, porque es el único que me entiende, decirle adiós, mandarle un beso. Seguir caminando, sonreír al hombre que me ha piropeado, ayudar a esa anciana a pasar, mirar los escaparates con absurdas decoraciones, hacerme una foto en el fotomaton de la estación, dejar las fotos tiradas, meterme en el metro, escuchar a los artistas anónimos, salir, seguir caminado hasta cansarme…
De nuevo alzar mi vuelo, extendiendo mis hermosas alas y regresar a mi nido.
Mañana será otro día.